El viernes, 5 días después de la llegada de la que solía ser una indeseable (la regla, para más datos) tuve visita para volver a ver como estaban mis ovarios.
El dichoso spray, el Synarel, me produjo 4 días de retraso, pero parece ser que ha cumplido su papel: Dejarme los ovarios parados
Después de ése momento incómodo, espatarrada en el potro de tortura, con el ecógrafo hasta el fondo y no entender nada de lo que ves en pantalla (ya se enteran los ginecólogos de lo que ven? A mi me parece porno del plus sin descodificar), vino el momento que estaba esperando:
"Todo está correcto. Empezamos".
Y ahora si, el día de Navidad empiezo a pincharme.
Muy amable, el gine me enseñó como cargar el medicamento y... bueno....digamos que me acojoné.
Peaso aguja! Eso me tengo que pinchar? Estan locos?
Llevo desde el viernes pensando en el momento, atacada de los nervios...¿Vale la pena?
Quizás debería antes explicar que sufro desde los 7 años fóbia a las agujas. Me escapé del médico con la tierna edad de 10 años para evitar una analítica. Mentí a mi jefe para no hacerme el reconocimiento médico a los 23 años...
Creía que lo tenía bastante superado desde el día que decidí aforntarme a mi miedo y hacerme un tatuaje con 27 años. Incluso he podido sacarme sangre desde entonces sin desmayarme cual damisela en apuros (aunque he perdido la ocasión que me saquen sangre tumbada y todo el mundo preocupado por mi).
Pienso en ése medicamente, guardado en la nevera, al lado de los yogures y me entra el tembleque. Pienso en la cantidad ingente de dinero invertido, y me entran mareos. No me siento capaz!
Porque no podía simplemente follar y preñarme?!
Mañana, el día de Navidad, el desenlace de la historia.
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